viernes, 26 de febrero de 2016

poema descartado de Orillero, en ausencia de la palabra que lo antecedió o cuando se escribía con dos palotes y con i vendida..


Las personas se apiñan
para subir al vagòn.
Dormimos sobre asientos
marrones y rectos;
dormir así                 como aprender 
a dormir de pie.

¿Cuanto dura la amansadora?
-pienso en ese día 
mientras miro el "Suquía" en Alberdi,
crecido,
llorando como realidad;
y en un libro blanco
con la obra de Dylan Thomas
que está en la biblioteca horizontal-

quiero volver solo por ese  poema: 
"Cuando mis cinco sentidos
campesinos vean".

Se apiñan los mosquitos para entrar
por las ventanas ahora,
mosquitos que emanan las lagunas
entre James Craik                y Tío Pujio
la gente se suma a los ventiladores 
que funcionen,

en el pasillo
arriba nuestro hay uno.

Tenemos que subir la voz,
viene de Carlos Paz,
es una abuela de piel morocha 
que habla de esperanza -y no la nombra-

como pasa 
cuando uno escucha
a una abuela
                       - de verdad Martinucho-;
abre la mirada.

Vuelvo por un poema
de Córdoba hasta Villa María
están por ser las once menos diez.

Abre la mirada, pide permiso
y baja con dos de sus nietas
                 -buscamos la unidad en el acto- 
donde se apiñan las personas  
para subir de la vida al tren..

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